AL FINAL

"Los ojos ven, el corazón presiente."
                                                                       Octavio Paz

Que pocas cosas duelen. Digamos, por ejemplo,
que se puede no amar de repente y no duele.

Duele el amor si pasa
hirviendo por las venas.
Duele la soledad,
latigazo de hielo.

El desamor no duele. Es visita esperada.
No duele el desencanto. Es tan sólo algo incómodo.

Somos así, mortales
irremediablemente,
sin duda acostumbrados
a que todo termine.


DATOS DE LA POETA:  Irene Sánchez Carrón, es filóloga, profesora y poeta. Nació en Navaconcejo (Cáceres) en 1967. Con el poemario "Porque no somos dioses" recibió el «Premio Valbón» en 1996; en 2008 ganó el «XI Premio Internacional de Poesía Antonio Machado en Baeza» por su libro Ningún mensaje nuevo.  En 2017 ganó el XVI Premio Emilio Alarcos de Poesía con la obra Micrografías. Pero todo empezó cuando era muy joven, en 1999, cuando ganó el «Premio Adonais» con su libro Escenas principales de un actor secundario. También colaboró en el libro colectivo Siete poetas, siete poemas y una canción.

COMENTARIO: Hoy, 14 de febrero, por casualidad, por cansancio, porque el Carnaval existe y merece celebrarse, el poema de la semana coincide con el Día de San Valentín. Y todo a nuestro alrededor se vuelve estúpido como la publicidad explícita y nada encubierta: hay que demostrar el amor a la pareja y los grandes almacenes lo tienen todo para que nadie dude de nuestro amor. Sabemos que es mentira, obviamente, pero como en otras ocasiones, no podemos bajarnos del mundo que nos imponen y algo queda, algo hay que comprar.
Por eso, y porque en muchos centros se participa de una manera irreflexiva sobre ello, traemos a este blog un poema de amor. Un poema de una compañera de profesión que ponga un signo de interrogación a esta festividad tan desaliñada. Quizás el mejor libro que he leído sobre el asunto, siga siendo el de Denis de Rougemont, El amor y Occidente (si tuviera que coger el de un poeta, sería La llama doble, de Octavio Paz), donde se desvela que los occidentales tenemos un modo muy concreto de amar. Un relato, como suele decirse ahora entre los periodistas, incluso. El libro dice en sus primeras líneas: "Señores, ¿os gustaría escuchar un bello cuento de amor y de muerte? Nada en el mundo nos podría gustar más..." Amor y muerte, amor mortal: si no es toda la poesía, es al menos todo lo que hay de popular porque el amor feliz no tenía historia en la literatura -salvo en los cuentos para niños, que eso es otra historia cruenta llena de posicionamientos éticos muy peligrosos.
Sin embargo, nuestros niños leen poco y sí escuchan mucha música y la música que escuchan es tan preocupante como los inocentes cuentos de princesitas y príncipes azules. Escuchan reguetón, por ejemplo. Y ahí habría que identificar qué tipo de amor y de relación de pareja se está "vendiendo". Toda concepción del amor traduce una cierta idea del hombre y del sentido de la vida.Y de eso se trata en parte. De saber posicionarse en las relaciones de parejas, de encontrar el verdadero sentido del amor. Y de admitir, déjenme decirlo hoy en esta entrada, con las palabras de Irene Sánchez Carrón, que por ser mortales los hombres, el amor también lo es. Y lo es a nuestra imagen y semejanza: perecedero, caprichoso, con capacidad para lo mejor y para lo más terrible. Así que no abonemos tanto este sentimiento desde las escuelas o demos un sentido nuevo a las celebraciones (me consta que en muchos centros se hace y muy bien, por cierto, con iniciativas sorprendentes y motivadoras para los chavales), sobre todo admitiendo algo que es humano, demasiado humano: la libertad ante todo de no tener que amar o de reconocer que dejar de amar no tiene que ser doloroso, tan solo una opción para descubrir a otras personas más inteligentes, que aportan más al otro, que dan más vida. Ya basta de entender que si se produce el desamor todo se pierde. Vana idea. Se ha ganado la oportunidad de descubrir otras vidas que te llenen mucho más y en el peor de los casos, se descubre la capacidad de poder prescindir del amor. Como decía Borges en su magnífico Fragmentos de un Evangelio Apócrifo en Elogio de las sombras:
50. Felices los amados y los amantes y los que pueden prescindir del amor.
51. Felices los felices.

ACTIVIDADES: 

Comentarios

  1. Me gusta su comentario, profesor. Comprendo totalmente eso que apunta "Ya basta de entender que si se produce el desamor todo se pierde". Al respecto, siempre me rechinó esa expresión tan usada tras las rupturas: " REHACER SUS VIDAS", como si lo de los desparejados no fuera VIDA. Es tremendo. Precisamente, ayer escuché un programa que emitieron el domingo en Radio3, " El bosque habitado", estuvo dedicado a un tal Amable, el señor de los texus( tejos). Un hombre extraordinario que dedicó su vida a la adquisición , germinación, protección y distribución de semillas y plantones de árboles, especialmente TEJOS. En fin, muy interesante y apasionante toda su labor y su larga vida, pero a lo que iba, al parecer NUNCA se le conoció pareja, ni se casó nunca. Al parecer SÍ le gustaban las mujeres, y mucho, pero así aconteció. Amable, el señor de los tejos, amó la VIDA, propició VIDA y delegó VIDA hasta para cuando él ya no estuviera.

    A la mierda el día de San Valentín!!

    Jaajajajaajaja

    Saludos cordiales

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    Respuestas
    1. Niño Mundo

      Pasamos por la vida de los otros
      poco a poco para no quedarnos
      y, cuando nos vamos, paso a paso
      sentimos alejarnos demasiado.

      Paramos por la vida entre nosotros
      para no estar solos, recordando,
      y, cuando creemos olvidarnos,
      nos marchamos solitarios.

      Nos vamos dejandonos en los rostros
      el fondo de los ojos al mirarnos,
      pesandonos en los posos, raros
      con los recuerdos descuidados.

      Perdemos y olvidamos, encontramos.

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    2. Gracias a ambos por el comentario. Prosaico uno, lírico el otro: racional el primero; reflexivo el segundo; pero ambos, a su modo, ciertos y certeros.

      Me ha encantado el final del poema y la recomendación, como siempre, querida Isa, para hacerme crecer. No sabes que alto cada semana por tus descubrimientos. A veces no me veo las puntas de los pies.

      Por cierto, y esto no es coña, parte de mi alumnado precisan de sus comentarios, se lo pasan genial inventando, algunas dudan de que no nos conozcamos de nada, salvo a través de estos encuentros al borde de las entradas del blog, les aseguro. Pero nada, ellos a lo suyo.

      Saludos a ambos.

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