LA TREGUA
LA TREGUA
No, no es fácil seguir. De nada valen
las fuerzas que aún nos quedan: esta apariencia inútil
de plenitud que no consigue
hacernos avanzar.
Cuando
llegamos
al lugar en que ahora
transcurren nuestros días, nos dijimos:
«Es hermosa esta tierra;
hay sol y hay aire limpio; reina el verano; todo,
al parecer, está al alcance
del deseo: las manos
se nos llenan de dones conseguidos
sin dolor y sin lucha. Será bueno
descansar aquí un poco. Tiempo habrá
de proseguir más tarde otra vez el camino».
Y nuestros ojos vieron
pasar soles y lunas, días que iban cumpliéndose
con deliciosa lentitud.
El
hábito
de la apacible tregua nos ganó
poco a poco el espíritu y el cuerpo.
Y olvidamos al cabo
el afán que nos hizo ser lo que fuimos antes
de haber llegado a este lugar extraño.
Ya no somos los mismos. Permanecen
los viejos gestos, las maneras
antiguas, pero no
nos alienta en el alma aquel desasosiego
que nos moviera antaño a caminar.
Tal vez no sea posible
echarse a andar de nuevo, por más que ya esta calma
dorada, este engañoso cielo azul,
no nos aporten dicha, sino hastío,
y en el pecho sintamos la
añoranza
de los precarios tiempos en que la vida era
desigual, insegura y siempre, siempre,
imprevisible y bella.
El
mundo canta
a nuestro alrededor, más en nosotros
calla el silencio. Somos tristes espectadores
de la ajena alegría. Un gran vacío
nos llena el corazón. Y no sabemos
hallar una salida: damos vueltas y vueltas
en torno a nuestra angustia, porque hay algo en nosotros
que se niega a partir y nos impide
encontrar el camino.
Acaso sea
ya tarde para todo. En el cielo se apaga
la luz. Crecen las sombras. Va cayendo
muy deprisa la noche.
DATOS DEL POETA: Eloy Sánchez Rosillo. Murcia, 24 de junio de 1948. Es profesor de
literatura española en la Universidad de Murcia, que obtuvo el premio Adonais
en 1978 por Maneras de estar solo. Ha publicado su obra completa en el volumen Las cosas como
fueron. Poesía completa, 1974-2003. El poema de esta semana pertenece al poemario LA VIDA (1996, Tusquets).
COMENTARIO: No descubro nada si sostengo que Eloy Sánchez Rosillo es un poeta
excepcional. Reflexivo, su poesía parece como una conversación con un familiar
al que nos unen muchos lazos, pero que ya vemos muy poco. Sus poemas son
charlas sosegadas con alguien que prefiere el silencio y caminar antes que
hablar e imponer un discurso. Por eso provocan en el lector ese eco de quietud
y de atención tan necesarios para los momentos de la reflexión.
Los poemas de Sánchez Rosillo hay que meditarlos. Aunque usa un lenguaje
fácil de entender, su tono es elegíaco y cada palabra, cada verso contiene un
poso de sabiduría que hay que asimilar. Hay en estos de LA TREGUA un perfil nítido
para presentar al lector qué significa para el poeta este concepto: el hábito
de una vida apacible que, un tiempo después, ha pervertido o envilecido lo que
antes parecía ideal: “no/ nos alienta en
el alma aquel desasosiego/ que nos moviera antaño a caminar”. La tregua,
ese remanso de felicidad o alegría de antaño, ya no lo es y la tristeza y el
vacío se ha apoderado de la vida diaria.
Uno no sabe nunca qué es preferible, si encontrar la dicha, si descansar en un paraíso
al fin o, en cambio, no dejar de caminar, de buscar, y no conformarse con ese verano que todo lo
llena. Y, sin embargo, no creo que el poeta se refiera a un lugar concreto. Me
atrevo a pensar que ese lugar es interior e íntimo. Así lo leo por mi parte. El
reproche que supone este poema, la evocación por lo perdido no tiene nada de
tregua ya. Nos miramos ante el espejo y este nos muestra todos los autoengaños,
nuestra vida complaciente y falsa, vacía de contenido, conformada con lo
superficial. Y para colmo, la noche no deja de caer y arrollarnos. Sirva el
poema como un aldabonazo contra la quietud y el hastío, ¿estamos todavía a
tiempo de escapar de esta calma chicha? Espero que sí.
ACTIVIDADES:
En mi pueblo, los niños cantan estos días: "Esto es Carnaval, no queremos trabajar". Así que no dejo actividades.
Es un poema muy bello, y muy triste.Parece una confesión a un amigo, como dices en el comentario, y me ha impresionado la descripción de ese paraíso interior lleno de luz y aire limpio que nos embelesa pero que nos paraliza: no es la Itaca soñada, es la maga Circe que nos entretiene.
ResponderEliminarDe acuerdo contigo, María. Lo que ocurre es lo que hizo Circe con los compañeros de Ulises... Un saludo y gracias por tus comentarios.
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