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Mostrando entradas de noviembre, 2014

ALEGRÍA

ALEGRÍA Un desagradecido si ahora no alegaras la alegría, si los versos que antes fijaban la memoria, el miedo o el amor, tres vastedades tristes, en adelante no cantaran la esperanza, el legítimo y fértil y ancho desasosiego de estar vivo. Atrás los años mozos, la juventud, la extraña adolescencia empeñado en buscar lo bello en lo más triste, la dignidad en la lluvia y en la desdicha, fingiendo un verdadero dolor cuanto aún no era el tiempo del dolor. Ha habido que morir y renacer, ausentarse del tiempo y tornar como junio con trigo en la chaqueta, para ver los errores y acordar que el dolor sólo es noble si es semilla, que la tristeza solo ensalza si es un bosque no de armonía sino de profundo sentido. Ha habido que morir para aceptar la vida con la misma emoción con que se aceptan las camisas de un padre, como graciosa herencia, y acoger en el seno a la alegría que es amor, puro fruto, un gozoso legado que también en

VESTIGIO

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VESTIGIO No recuerdo exactamente quién fue el que, sin pretenderlo, me hizo volver a pensar en ello. No recuerdo muy bien qué hora era cuando me llamó para pedirme el número de teléfono de alguien, no sabría decir quién. Abro mi agenda y le doy ese número, luego colgamos y podría muy bien haber olvidado todo esto, pero quedo con ella en la mano abierta por la letra “p”. Allí, tras un par de nombres, está escrito “papá” en el margen izquierdo y a la derecha un número de teléfono. El último vestigio de algo. Un número que no existe, acaso para una persona tan ajena a mí como esa que pasa ahora por la calle. Ese hombre tampoco existe, murió hace ya algún tiempo, mas pervive en mi memoria y en mi agenda (con su número de teléfono y su domicilio propio) y en todas esas cosas que aún se me hacen tan extrañas: los papeles que llevan un membrete con sus iniciales, las cartas que siguen llegando a su nombre y algunos de su

PAREN TODOS LOS RELOJES

PAREN TODOS LOS RELOJES Paren todos los relojes, descuelguen el teléfono, Eviten que el perro ladre dándole un hueso sabroso, Silencien los pianos y con un sordo timbal, saquen el ataúd, permitan a los dolientes venir. Que los aviones con sus gemidos nos sobrevuelen garabateando en el cielo el mensaje  Él se ha muerto , Pongan un crespón alrededor de los cuellos blancos de las palomas Permitan a los policías de tráfico usar guantes negros de algodón. Él era mi norte, mi sur, mi este y mi oeste,  mi semana de trabajo y mi descanso dominical, mi mediodía, mi medianoche, mi palabra, mi canción; Creí que el amor sería eterno, pero me equivoqué. Ya no deseo las estrellas: apáguenlas todas; Empaqueten la luna y desmantelen el sol; Vacíen el mar y barran los bosques. Pues nada ahora podrá ser como antes. W. H. Auden DATOS DEL AUTOR : Wystan Hugh Auden nació en York en 1907 y murió en Viena en 1963.  COMENTARIO : Este poema saltó a la fama con la película Cuatro bodas y

YO SÍ BAJÉ A ACOMPAÑARTE

Yo sí bajé a acompañarte Y honré el honor de tus aguas, Que los poemas de amor Con esplendor van cantando Por ello quise escucharte. En un álamo solitario Lleno de muerte celeste, Contemplo un poeta bueno Un brote lleno de vida, Cual milagro extraordinario. Y todo el resto del año Besa tu cauce esas piedras Llenas de yedra y verdor Por donde medran la historia Y eterna gloria de antaño. DATOS DEL POETA : Este poema pertenece al poeta, dramaturgo y novelista cordobés Óscar Roy de Granada. Es un seudónimo. COMENTARIO : A centúo el hecho de que la rima en las quintillas sea interna y externa, como podemos observar en la última quintilla, en la cual riman “piedras con “yedra“ e “historia con gloria“ como mayor particularidad. En esta selección subyace Gerardo Diego y su verso “Río Duero, río Duero, nadie a acompañarte baja“. El agua aparece como símbolo de frontera entre territorios, aun así el poeta se sume